HALLOWEEN

Hace mucho tiempo, cuando yo era una niña, los católicos colombianos, que eran más o menos el 99% de todos los colombianos, celebraban el 1 de noviembre «el día de todos los santos», y al día siguiente, «el día de los fieles difuntos». Poco a poco esa connotación religiosa fue desapareciendo, pero todavía recuerdo de una manera especial el día de difuntos, porque dicha fiesta estaba rodeada de muchas supersticiones y mitos; por ejemplo, las niñas de los cursos superiores acostumbraban ir al cementerio y, como en noviembre eran los exámenes finales, tiraban sobre una tumba el libro o los apuntes de la materia respectiva, creyendo que el alma del muerto allí enterrado, les mostraba las preguntas del examen. Siempre creí que era mejor estudiar que confiar en lo que podía señalar una persona muerta.

Pero, como quiera que todos los seres humanos tenemos neuronas-espejo que nos permiten aprender siguiendo ejemplos, tales festividades fueron casi desapareciendo y en su lugar empezó a celebrarse «el día de las brujas» el 31 de octubre, tal como se celebra en muchos países de Europa y Norte América. Festividad en la cual niños y adultos se disfrazan y los niños salen a pedir dulces de casa en casa mientras los adultos, igualmente disfrazados, asisten a fiestas, encienden hogueras y se acostumbra premiar al mejor disfraz.

¿Cuál es el origen de tal celebración?

Partamos del hecho de que todos los pueblos antiguos tenían ritos y cultos alrededor de la recogida de las cosechas y también de la muerte, ritos que encontramos en Egipto, Grecia, Roma, Persia, China y Japón entre otros, pero, parece ser que dichas celebraciones tienen un origen celta, porque surgieron en los países del norte de Europa, principalmente Irlanda y Escocia. En épocas muy antiguas, cuando los primeros seres humanos que habían salido de África llegaron a esas frías latitudes y pasaron de ser cazadores-recolectores a ser agricultores,  ante el frío que los atenazaba en buena parte del año, dividieron el tiempo en dos temporadas, uno de siembra, que en esas latitudes es la primavera y después del verano, una época de recolección de la cosecha y su almacenamiento para el invierno, que es el otoño, época en la cual los días se iban acortando y las noches se iban alargando, presagiando días obscuros de encierro, medio vacíos, en los cuales se acostumbraba agasajar a los vivos y recordar a los seres queridos muertos ese año.

Gradualmente ese recuerdo fue haciéndose más vívido y se terminó por creer que, efectivamente, esos seres queridos venían a compartir con sus parientes; y no sólo venían ellos, sino espíritus malignos y entonces la víspera de ese día de agasajar a los seres queridos vivos y recordar a los seres queridos muertos, se convirtió también en el día en el que los espíritus malignos salían a asustar a los vivos. Por eso se pensó que lo mejor era disfrazarse y asustar a esos espíritus malignos, mientras se hacían alimentos, principalmente frutas y vegetales (los productos de la agricultura) para los seres queridos que llegarían al día siguiente.

Cuando los romanos conquistaron esos pueblos, adoptaron tales festividades asimilándolas al culto a la diosa Pomona o deidad de los frutos y los jardines. Más tarde llegaron los cristianos y un Papa consagró en el mes de mayo un templo pagano para guardar reliquias de santos cristianos, estableciendo así una especie de culto a los santos, pero como todo el mundo romano celebraba al comienzo del invierno la fiesta de Pomona, los cristianos pasaron la fiesta de todos los santos de mayo a noviembre, así nació el día de todos los santos. Como la festividad de Pomona estaba asociada al culto a los difuntos y la llegada de espíritus malignos, se empezó a cristianizar tales festividades, hablando de un día de Todos los Santos y un día de los Fieles Difuntos. Pero igualmente el mundo romano continuó hablando de los espíritus malignos, espíritus malignos que se asociaron a las brujas, con mayor razón cuando las Iglesias Cristianas empezaron la persecución de herejes y brujas.

Pero fue necesario que llegaran los europeos a América y se comercializaran esas costumbres, que todavía no eran festividades como las conocemos hoy, pero que fueron escarbando en el folclor de los pueblos celtas y germanos y de pronto arribando el siglo XX aparecieron los disfraces y los dulces a cambio del «truco o trato o trick-or-treat». Costumbre que gracias al cine y al comercio se fue extendiendo por todo el mundo.

Mención especial merece el Día de Difuntos que se celebra en México en el cual se hacen altares en honor de los difuntos, se les preparan alimentos y se aprovecha para ir al cementerio y organizar las tumbas, costumbre ésta, que los españoles trajeron de Europa a América y que hoy aparecen hermosamente recreadas en la película «Coco» de Walt Disney.