2020 llegó con un «virus» desconocido para el cual no había medicina, ni vacuna. Virus que en poco tiempo se regó por todo el mundo y fue bautizado como «coronavirus» por su forma como de corona.
El desconcierto fue total.
¿De dónde salió?, ¿cuándo?, ¿cuáles son las características de su genoma?, ¿cómo atacarlo?
Los noticieros y las redes sociales estaban saturados de noticias que aumentaban el desconcierto inicial.
Poco a poco empezamos a entender las cosas.
Cuando se logró descifrar su genoma se encontró que el nuevo virus es una forma más agresiva del sarc y produjo una enfermedad que fue bautizada como covic-19.
Acerca de su origen, todo parece indicar que, como la gran mayoría de las pandemias que han hecho estragos en la humanidad, salió de China, concretamente de la ciudad de Woohan, una hermosa ciudad de más de diez millones de habitantes. El gobierno chino guardó silencio, pero finalmente dijo que el virus se había originado el 19 de noviembre de 2019 en un mercado de Woohan y que se trata de un virus que vive en una clase de murciélagos, pasando de éstos a un «vector», el pangolín, que es un plato exquisito para el paladar chino, llegando así a los humanos. El problema, aparte de tratarse de un virus nuevo o mejor, una mutación del sarc, es la velocidad con que se transmite.
Hasta aquí llaman la atención varias cosas:
Primero: El gobierno chino no es propiamente una democracia y no tiene inconveniente en mentir, gozando por lo tanto de la desconfianza mundial, así que es bueno dudar de sus afirmaciones al respecto. Es posible que haya salido de un mercado chino porque cada pueblo tiene sus costumbres alimenticias propias, pero no parece ser cierto que se originó el 19 de noviembre de 2019 porque, según se supo después, un deportista que estuvo en unos juegos en Woohan, en septiembre de ese año, sufrió una «gripa» especialmente fuerte y rara; más tarde, en mayo del 2020, se dijo que a los servicios secretos de varios países, les había llamado la atención una actividad desacostumbrada en los hospitales y servicios de taxis de Woohan desde agosto de 2019.
Segundo: A las mentiras chinas, se suma la actuación errática y tardía de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que aceptó las mentiras de China y apenas a comienzos del 2020 dijo que se trataba de una pandemia.
Tercero: Desde el año pasado los astrólogos estaban hablando de los peligros que entrañaba para la humanidad la triple conjunción de Saturno, Plutón y Júpiter en el signo de Capricornio, que se daría a partir de enero de 2020, conjunción en cuadratura casi perfecta con Urano en Tauro, así como la oposición de Capricornio con Cáncer. ¿Qué significa todo esto? Científicamente NADA, porque la Astrología es un rezago de la época precientífica de la humanidad y según estadísticas, los presagios astrológicos alcanzan un 10% de aciertos, es decir, lo mismo que se esperaría por azar. Pero si nos atenemos a la Astrología Clásica, Cáncer es el signo del cuidado maternal y si se trata de un país, es la personificación del pueblo; Capricornio es el signo de «los pies en la tierra», de las estructuras sociales; Piscis es la confusión, lo informe, la irrealidad y Tauro, el signo por excelencia de los recursos y del dinero. Y en cuanto a los astros, Urano es la libertad, pero no la libertad bien entendida, más bien es un huracán que arrasa con todo sorpresivamente; Saturno es la muerte y la cruda realidad; Plutón es la destrucción, la evolución que surge de una crisis profunda, es crueldad y luchas de poder en las cuales pueden salir a relucir los «trapos sucios»; Júpiter, la expansión, la temeridad y Neptuno, el sacrificio, la soledad, el encierro, algo así como cárcel, hospital y cementerio. Finalmente, para la Astrología Clásica, las pestes ocurren cuando Neptuno está en su casa que es Piscis y eso fue lo que ocurrió en 1347, cuando la peste negra asoló Europa, causando la muerte de un 50% de la población.
Así las cosas, los astrólogos interpretaron todo ese «enredo de astros y signos» como presagios de una crisis estructural de los gobiernos y los estamentos de poder, crisis que destaparía «trapos sucios» impactando la economía y llevando dolor al pueblo, pero no recuerdo que ninguno hubiera hablado de la posibilidad de una peste o pandemia, a pesar de que desde febrero del 2012 Neptuno ha estado andando por Piscis.
Cuarto: No obstante, se han ido cumpliendo los pronósticos de los astrólogos, porque a pesar de no haber dicho nada de la pandemia, sí han acertado con las consecuencias de la misma, esto es, la crisis en todos los estamentos de gobierno y de poder: la economía cayó en picada, se perdieron trabajos y surgieron problemas en todos los países, como el recrudecimiento del racismo en Estados Unidos o los problemas que se han ido destapando en todos los países.
Quinto: El virus rápidamente se regó por todo el mundo, de tal manera que, a mediados de junio de 2020, se contabilizaban más de 8 millones de infectados en todo el mundo y más de 400.000 muertos, ocupando el primer lugar Estados Unidos con más de 2 millones de infectados y 120.000 muertos.
Pero la parte interesante de esos aciertos astrológicos, no es que esas consecuencias tuvieran su causa en la triple conjunción de astros en Capricornio, o su cuadratura con Urano en Tauro, o la oposición de Capricornio con Cáncer, ni siquiera la presencia de Neptuno en Piscis; la verdadera causa de todos esos desastres está en la ceguera de gobernantes corruptos, la ambición desmedida de industriales y comerciantes y la ignorancia de los pueblos que votan, no por el mejor político, sino por el que más habla y les pinta «pajaritos en el aire», o no votan y dejan que los demás decidan por ellos; sumado esto a la «pandemia», que tampoco ocurrió porque Neptuno estuviera transitando por Piscis, sino porque existen grupos humanos que desconocen los beneficios de la ciencia y la cultura y siguen, como nuestros ancestros, comiendo animales salvajes o conviviendo con especies animales.
Parece que, a algunos pueblos los siglos de evolución del ser humano en este planeta, no les han enseñado mucho, según se ve por las medidas que se han utilizado contra la «pandemia». En el siglo XIV, cuando la peste negra asoló Europa, se inventó la «cuarentena» y se culpó y se mató a judíos y pecadores porque la peste era un castigo de Dios.
¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, la mejor medida que se utiliza para enfrentar una pandemia sea «encerrar» a la gente y, en algunos países, maltratar, encarcelar y matar a quienes no cumplen el encierro?
Afortunadamente hay unos países que lo han hecho mejor porque:
- No han encerrado a nadie.
- En forma clara le han hablado a la ciudadanía de la gravedad de la situación y les han sugerido usar tapabocas, guardar la llamada «distancia social», lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón y no concurrir a sitios donde se reúnen grandes cantidades de personas, mientras los científicos logran encontrar medicinas y vacunas.
- Se ha sometido a cuarentena solamente a las personas infectadas, pero para poder implementar esa medida, es necesario disponer de pruebas médicas y hacer el seguimiento de contactos de los infectados, que tiende a ser más difícil en la medida que haya más infectados.
- A nivel país han cerrado los aeropuertos, salvo casos contados y a esos pocos viajeros sí los someten a cuarentena, pero no por 40 días, sino por el tiempo en que actúa el virus, que son unos 14 días.
- Se ha prohibido el trabajo y la asistencia a sitios de reunión masiva como iglesias, teatros, colegios, universidades y estadios mientras se logra una estabilización de la enfermedad y para después de la estabilización, se ha reglamentado el retorno a lo que se ha llamado, una nueva normalidad.
¿Por qué no se han podido seguir esas reglas tan sencillas en todos los países?
Porque no se dispone ni de pruebas médicas ni de tapabocas suficientes porque, por ejemplo, en Estados Unidos, los grandes empresarios que los producen, con el fin de ganar más dinero, se han llevado las fábricas para China y China al percatarse de la pandemia impidió la salida de dichos elementos.
Otra razón es la presencia de gobiernos dictatoriales en muchos países, para quienes es mucho mejor y más barato encerrar a la gente, que facilitarles los medios para que ellos mismos se cuiden.