En medio de la pandemia que desde fines del 2019 nos acompaña, cada vez que encendemos el televisor, escuchamos que tal o cual afirmación es una «teoría de conspiración» y casi siempre nos quedamos en blanco porque no entendemos del todo si tal afirmación es cierta o falsa. Y es que muchos no tenemos muy claro que es una teoría de la conspiración.
Entiendo que una teoría de la conspiración es una explicación alternativa de un hecho de relevancia histórica, geográfica, política, cultural, económica o religiosa diferente de la explicación oficial y que tiene por objeto encontrar un «chivo expiatorio» o engrandecer a una persona y que se magnifica porque existen personas que no aceptan la verdad por la razón que sea.
Empecemos diciendo que es eso de «chivo expiatorio». Se trata de una costumbre judía muy antigua, que consistía en que el «día del perdón» se tomaban dos chivos, el primero era sacrificado por los sacerdotes a Yavé y el otro era simbólicamente cargado con los pecados del pueblo y arrojado al desierto donde moría de hambre y de sed. Así las cosas, una teoría de la conspiración busca ante todo encontrar un chivo expiatorio, o sea una persona inocente a la cual se le achaca la culpa de determinado hecho perjudicial.
Si miramos la historia con un poquito de cuidado encontramos que han sido muchos los individuos, o grupos, o hasta pueblos enteros a quienes una teoría de conspiración ha convertido en chivos expiatorios. Quien se lleva la palma como el chivo expiatorio por excelencia, gracias a una teoría de conspiración son los judíos, porque desde el año 70 de esta Era, cuando los romanos arrasaron Jerusalén y dispersaron por todo el Imperio a sus habitantes, los cristianos digamos que asustados y sin tener a donde ir, cambiaron la historia reciente para congraciarse con los romanos, salvar sus vidas y encontrar un sitio donde vivir, y fue así como inventaron una teoría de conspiración culpando a los judíos de la muerte de su líder, Jesús, cuando en realidad quienes le habían dado muerte eran los romanos; y fueron tan convincentes que su mentira duró prácticamente 20 siglos, porque apenas finalizando el siglo XIX, los estudiosos de la Biblia empezaron a analizarla con cuidado a la luz de la ciencia, y concluyeron que muy poco habían tenido que ver los judíos en dicha muerte, pero ya la historia los había cargado con la culpa. De igual manera los culparon de haber dado origen a la peste negra, a los problemas de España hasta el siglo XV, a los problemas de Rusia en el siglo XIX y al desbarajuste de Alemania después de la Primera Guerra Mundial.
Otra teoría de conspiración fue la que tuvo que ver con explicar una mala cosecha, o la pérdida de una batalla, o la muerte de un rey, o las tonterías de unas muchachitas traviesas como en Salem, casos en los cuales se acusó a unas mujeres a quienes tildaron de brujas y para que no lo volvieran a hacer, las quemaron.
Y hay más teorías de conspiración, por ejemplo, otra ocurrió durante la primera guerra mundial cuando tuvo lugar la gripe española que no fue española sino estadounidense, pero el presidente de entonces silenció la cosa para no complicar la guerra que ya era mundial y así consiguió que un problema local, se volviera mundial y matara de 50 a 100 millones de personas y de paso quedara en la memoria colectiva como la gripe española cuando España lo único que hizo fue dar la noticia. Y siguiendo tenemos que durante la segunda guerra mundial se dijo que el ataque a Pearl Harbor había sido hecho por los mismos estadounidenses como pretexto para entrar a la guerra; igual ocurrió con la ida del hombre a la luna, con la muerte de Kennedy y con la destrucción de las Torres Gemelas.
Una teoría de conspiración sirve también para engrandecer a una persona. Las religiones son especialistas en esta clase de teorías de la conspiración para endiosar a una persona o para decir que una persona tiene una relación muy estrecha con la divinidad. A propósito de esta clase de teoría de conspiración recuerdo el caso de la llamada «niña de Piendamó» en Colombia, donde una muchachita dijo que había visto y hablado con la Virgen María; fue mucha la gente que viajó a Piendamó y hasta se habló de curas milagrosas.
Y para no seguir escarbando en la historia, digamos que durante esta pandemia han sido muchas las teorías de conspiración y muchos los chivos expiatorios a quienes se les ha cargado con las respectivas culpas.
Empezando por la existencia misma de la pandemia, en forma reiterada se ha dicho, aún por jefes de estado, que la tal pandemia no existe, que todo se debe al afán de muchos gobiernos de encerrar o tener prisionera a la gente en su propia casa y para ello inventaron el cuento de los miles de muertos. Otros, aceptando la existencia de la pandemia, la minimizaron diciendo que se trataba de una gripa común y corriente y que llegando el verano desaparecería, pero el verano llegó y con él una segunda ola de la pandemia, más fuerte y mortal que la primera.
Y aun aceptando su existencia, otra teoría de conspiración tiene que ver con su origen. La explicación oficial es que surgió en un mercado chino donde se venden animales vivos, explicando que se trata de un virus que vive en una clase de murciélagos, que pudo haber pasado de éstos a un «vector», el pangolín, que es un plato exquisito para el paladar chino, llegando así a los humanos. La teoría de conspiración dice que surgió en China, pero no en un mercado de animales vivos sino en un laboratorio, encargándose el gobierno chino de esparcirlo por todo el mundo, con la complicidad de personajes muy ricos y poderosos.
Y para terminar con estas teorías de conspiración, existen personas aterradas porque han oído hablar del nuevo orden mundial y de cómo los delincuentes van a andar libremente matando y robando. Si esas personas, en lugar de dar crédito a semejantes tonterías, leyeran un poquito de historia podrían estar más tranquilas, porque la única pandemia antigua de la cual conocemos algo muy en detalle es la llamada peste negra que asoló Europa a mediados del siglo XIV, pues bien, después de la peste negra ocurrieron una serie de cambios, que sólo podemos calificar como buenos, porque terminó el feudalismo, los siervos se convirtieron en trabajadores libres y apareció el Renacimiento.
Pensemos en cosas buenas y esperemos cosas buenas, así independientemente de que ocurran o no, dejaremos de estar aterrados hoy.